La lechuza es un ave de tamaño medio que se caracteriza por el blanco de su plumaje y por tener la cara en forma de corazón. En España, encontramos tres subespecies de lechuzas, mientras que en Canarias se hallan dos de ellas: Tyto alba alba y Tyto alba gracilirostris, esta última es endémica de las islas.
Descripción
La lechuza común es considerada de buen tamaño, ya que mide alrededor de 36 cm de longitud y tiene una envergadura de 320 cm. A pesar de su tamaño, es una ave ligera que pesa alrededor de 300 g, lo que le permite volar de manera ágil y silenciosa. Su plumaje es blanco por delante, pero se distingue por su cabeza amarilla con tonos grises en la parte más alta y tonos dorados que enmarcan su peculiar cara en forma de corazón. El dorso y las alas redondeadas también muestran tonos parecidos, a los que se les suman puntitos negros. La lechuza tiene patas largas con plumas que no las cubren por completo. Sus ojos son negros y su pico es de color claro. Las diferencias más notables entre las subespecies se encuentran en los colores de la parte frontal del cuerpo, que pueden tener más o menos manchas.
Dieta
La lechuza se alimenta principalmente de pequeños mamíferos como ratas y topos, pero también de pequeñas aves. Otra de sus preferencias son los invertebrados de gran tamaño, reptiles y anfibios. A diferencia de otras aves de su tamaño, la lechuza come mucho, consumiendo alrededor de 3 ratones al día, cantidad que puede aumentar durante la época de cría.
Reproducción
La hembra de lechuza realiza entre 1 y 3 puestas anuales, dependiendo de la supervivencia de las puestas anteriores. En cada puesta, pone de 4 a 7 huevos blanquecinos. Entre el primer y último huevo pueden pasar varios días. La incubación de los huevos la realiza la hembra sola y dura aproximadamente un mes. Los polluelos nacen en diferentes días, lo que establece una jerarquía entre ellos a la hora de comer y puede dar lugar a casos de canibalismo si no consiguen suficiente alimento. Tanto el macho como la hembra alimentan a los polluelos, que comienzan a volar a partir de los 50 días después de la eclosión, cuando ya han mudado su suave plumón de bebé por las plumas de jóvenes lechuzas. El periodo de reproducción es muy amplio, incluso se pueden dar casos de puestas durante todos los meses del año, aunque la época más frecuente se aprecia entre marzo y octubre.
Hábitat
La lechuza es un ave con gustos muy amplios en cuanto al tipo de hábitat, aunque se observa en menor número o incluso no se encuentra en sistemas montañosos o bosques de gran vegetación a partir de los 800 m de altitud. Por el contrario, su preferencia a la hora de elegir hogar son las áreas semi-arboladas.
Ubicación
La lechuza está presente en casi toda Europa, exceptuando las zonas extremadamente frías o secas, y se conocen al menos 30 subespecies. En España, existen tres subespecies: Tyto alba alba, que vive a lo largo de la península, Islas Baleares, y en Canarias se observa en Tenerife, Gran Canaria y El Hierro; por otro lado, Tyto alba gracilirostris, endémica de las Islas Canarias, se distribuye por Fuerteventura, isla de Lobos, Lanzarote, La Graciosa, Montaña Clara y Alegranza; y la tercera subespecie, Tyto alba guttata, que en pocas ocasiones nidifica en territorio español.
¿Sabías que...?
La lechuza posee un gran oído que le permite encontrar y cazar a sus presas sin necesidad de usar el sentido de la vista.
Referencias
- Recursos educativos digitales
- Infografía: Lechuza común
- Acomola: Avifauna, Fauna canaria, Fauna general, Parques Nacionales
- Lámina: Aves de zonas bajas
- Recursos multimedia en la Mediateca
¿Qué hace la lechuza en la noche?
A la hora de establecerse en un refugio para pasar el día, la lechuza busca un lugar tranquilo, silencioso y oscuro. A lo sumo admite una ligera penumbra que no perturbe su descanso, ya que no soporta la luz. Una vez escogido su hogar, puede vivir en él durante años.
Por el día, mientras permanece en reposo, mantiene su cuerpo erguido, con el plumaje pegado a él, los ojos semicerrados y las plumas de la cara erizadas, de tal modo que ésta toma forma de corazón.
Cuando anochece, tanto su actitud como su aspecto se transforman súbitamente. Es la hora de cazar. Al igual que un blanco fantasma, en absoluto silencio abandona su lugar de descanso y emprende el vuelo hacia los campos. A menudo sobrevuela el suelo a poca altura, inspeccionando cualquier movimiento que delate la presencia de una posible presa. Al igual que las demás rapaces, es capaz de localizar y capturar a sus víctimas, fundamentalmente roedores y musarañas, por el ruido que emiten.
Cuando se alimenta y desgarra a sus presas, la lechuza procede a retirar las plumas de su cara hacia atrás, de modo que su disco facial permanece siempre limpio, revelando su robusto pico.
Época de celo
A principios de marzo, las lechuzas entran en celo y los machos emiten continuos sonidos que recuerdan ronquidos, al mismo tiempo que cortejan a las hembras llevándoles gran cantidad de presas, que muchas veces se amontonan al resultar excesivas. Estas aves no construyen nidos, sino que se limitan a poner los huevos en el suelo de un desván o en el interior del hueco de un árbol. El número de huevos oscila entre 4 y 8, aunque en años con abundante alimento pueden llegar a poner 11 huevos.
La hembra es quien se encarga de llevar a cabo todo el proceso de incubación, que dura entre 30 y 40 días, mientras es alimentada por el macho. En raras ocasiones abandona el nido.
Una vez que los huevos eclosionan, aparecen las crías de lechuza, cubiertas de un plumón blanco algo espeso, que es reemplazado al cabo de dos semanas por otro nuevo, más denso y de color terroso, que permanece hasta que las crías alcanzan los 40 días. En ese momento, el plumón es sustituido por el plumaje propio y definitivo de los adultos.
Aunque su desarrollo es lento, como ocurre con todas las rapaces nocturnas, si las crías están bien nutridas, son capaces de volar a los 70 u 80 días de su nacimiento. Sin embargo, aún permanecen cerca del hogar durante una o dos semanas más. Después se independizan y emprenden una dispersión errática en busca de un lugar que disponga de alimento suficiente para poder asentarse.
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